Por fin pudimos disfrutar de Willie Nile en directo. El pasado jueves, un día que por partida doble no podía ser más señalado, el amigo americano tomó la sala Arena para presentarse en una forma envidiable y desgranar, sin apenas interrupciones, un arsenal de composiciones imbatible. El señor Nile supera los sesenta y continúa haciendo las canciones que deberían estar haciendo los de veinte pero con una letras que reflejan con una poética cercana todas las inquietudes y experiencia de un tipo con largo recorrido y que se ha mantenido siempre firme antes las inclemencias y decepciones del show business. Historias a flor de piel envueltas en electricidad contagiosa y valiente que nos trae las mejores virtudes de ese rock americano guerrero y sensible con las causas justas que, tanto bebe de los ritmos más primarios y campestres de esta música como se ilumina con las luces de la ciudad. Acompañado de una competente banda en la que figuraba la guitarra del asturiano Jorge Otero (The Stormy Mondays), picó de sus clásicos de antes de su renacimiento noventero y por supuesto, de sus últimos y enérgicos discos, poniendo de manifiesto una vez más, lo caduco y apolillado de las propuestas que, desde hace años, nos vienen sirviendo los "grandes nombres" del rock americano que es como decir, las de esos de hace treinta años. En aquellos puede haber sapiencia y magisterio pero hace lustros que no encienden la piel con una canción nueva, siempre, con la tranquilidad que reporta el encerramiento, conservadurismo y complacencia de sus acólitos. Desde luego que el público allí congregado lo estuvo en gran parte animado por el halo Springsteen y cierto es que este se jacta de sus amistades y de esas comparaciones pero hay aquí una vertiente Joe Strummer y una frescura, que individualiza su figura y embellece unas canciones que son de una sencillez e intensidad que una vez más, hacen parecer fácil lo más dificil. Enjuto y entrañable, Willie Nile, tuvo sus minutos para rendirse al teclado, versionear a Ramones y The Beatles y terminar con su emocionante canción-epitafio a Jeff Buckley.
